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Yo amo cuanto me está abandonando
Antonio GamonedaDe este dolor supura una gota fría,
una extensa riada de saliva que me angosta,
el sabio silencio que en mi interior me habla.
Hay versiones distintas de la nieve,
como hay distintos árboles y perros
e incluso puestas de sol y cadenas…
pero todos se sustraen a una mirada,
recrean un paisaje,
el tictac de un reloj
que pausado
queda en el dibujo de una historia.
Es posible sostener en los dedos un sueño
como se sostienen los faros en el día,
esperando, esperando el ocaso, impacientes
pero callados, mudos, imperturbables.
Un hombre puede ser una sombra,
extensa en su apariencia,
pequeña porque esconde una gota de rocío,
una lágrima indescifrable,
una pérdida pasada o futura,
el calor huyendo entre sus huellas.
Ahora amo el horizonte,
es azul y rojo,
tal vez tenga nombre de mujer
o sólo sea un viaje que nunca hice
y que en los barcos y en los trenes que me esperan
nunca haya lugar para ese rincón de la victoria,
sino que siempre me reserven
el lado amable y gris de un desayuno,
aunque sean dulces y café caliente,
lo soportable y a la vez hermoso de la supervivencia.