No sé cómo vencerte.
Cómo hacer que esta calima
tenga solo el cáliz del mar,
la veracidad de sus costas,
la sabara en que mis palabras te envuelvan.
He dejado atados los perros de la guerra,
sin panoplias ni escudos protectores,
casi desnudo, me acerco a ti,
quiero acariciar tu silencio
con el quehacer lento y laborioso de un alhaquín,
tejiendo una tarde con pájaros y nubes rojas
que iluminen la noche, tu noche.
f.
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