Recorría París en soledad aquellos últimos días que me quedaban antes de volver, mientras ella había empezado de nuevo sus clases y su vida normal yo, apuraba el tiempo, esos días de otoño cuando las hojas de los árboles empezaban a llenar las calles de un intenso color amarillo. Habíamos ido a Fontenebleau y paseando entre los jardines ella se resistía a aceptar la realidad de mi regreso a España, no podía nombrarlo, no dejaba de hacer proyectos en que los dos viajábamos a Normandía y a Bretaña para los próximos meses en que nos iban a separar cerca de 1000 Kms.
Yo le cogía las manos entre las mías, siempre las tenía frías, y masajeándolas y besándoselas en silencio le decía Françoise te escribiré casi todos los días…pero ella meneaba la cabeza negándose a aceptar la pronta realidad y alejándose de mi unos pasos andaba rememorando el verano y el mar Mediterráneo mientras silbaba alguna canción como si todo lo demás no tuviera ninguna importancia.
Yo le cogía las manos entre las mías, siempre las tenía frías, y masajeándolas y besándoselas en silencio le decía Françoise te escribiré casi todos los días…pero ella meneaba la cabeza negándose a aceptar la pronta realidad y alejándose de mi unos pasos andaba rememorando el verano y el mar Mediterráneo mientras silbaba alguna canción como si todo lo demás no tuviera ninguna importancia.
F
2 comentarios:
Recorrer París en soledad es, tal vez, la mejor manera de dejar atrás la soledad, pese a las nostalgias y los atardeceres y las despedidas... Tal vez. No estoy segura...
Precioso minirelato, me gustó mucho.
Pasear en soledad, aunque sea por mi ciudad, relaja mucho.
Un abrazo
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