La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

Colaboradores

Mostrando entradas con la etiqueta Poemario Las Horas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemario Las Horas. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de agosto de 2020

Del poemario Las Horas








viernes, 28 de agosto de 2020

Yo anduve por Venecia







Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas
y sentías lejano el dolor de la ausencia.
En las encrucijadas,
quedaron mis pasos, esperándote
tras las viejas canciones
y espiando la mirada inquietante de un nuevo silencio
que iba creciendo como la mansedumbre de los gatos.
Pisé el mármol blanco desgastado y húmedo,
contra las olas de los que partían
se mojaban sin piedad mis zapatos,
y debajo de los oscuros porches de las tiendas del vidrio,
o en cualquier plaza tranquila con sabor de amaranto,
ardía, en el aire del verano,
el sendero abierto por un violín estremecido.


f.



viernes, 21 de agosto de 2020

Cerré los ojos mientras tu boca recorría los alrededores de la dicha.








Cerré los ojos mientras tu boca recorría los alrededores de la dicha.

Líbrame de este viaje por la oscuridad de Europa.
Tráeme cerca del Sena,
quiero volver a desembarcar de un tren del sur
y andar por las calles donde las hojas del otoño nos esperan.
Hay un alarde de viento que viene con la lluvia,
esa tormenta bajo la que somos un aguacero de dudas y preguntas.
La rue des Rossiers hierve en el vacío de tu nombre,
aquellos pasos nuestros retuvieron un eco de besos y caricias.
Arde todavía el verano,
la soledad se ha dejado media vida arrimada a la mía.
Sueño entregado a escuchar tu respiración recorriendo mi cuerpo.
Cada gota de sudor se hace de los dos,
se disuelve en la piel,
cubre de semillas cada poro del otro.
Ven de nuevo y que tus labios se pronuncien en amapolas,
me reconozco en tus uñas y en el sabio desafío de tu lucha…
Hoy, como todos los días,
mi ejército desperdigado y confuso ha sucumbido a tu boca.


f.

jueves, 13 de agosto de 2020

Epilogo





Epílogo


Rasgo los matices que envuelven cada acto. En cada palabra hay una sombra, en cada mirada un puente o un abismo, en una mano la tibia respuesta o ese calor decoroso que da saberse el uno al otro.
Busco en los silencios el vértice perfecto, en la luz la herida sin tacha, el filo caliente de un cuchillo, el dolor suave de la ausencia y el murmullo del aire al sentirse vivo.
Hay en el viento restos de nosotros, de otros, de todos lo que a veces te dejan emociones que nunca conociste o que nunca esperabas a esas horas invadiendo tu cuerpo o deshojando en tu cabeza todas las preguntas.
Llueve y cada gota culmina un viaje, se hace en tu piel un suspiro frío y sucumbe dormida, exhausta, aunque sea sólo eso, el resto mínimo de una nube.
Fuera de mí, en el mundo que me rodea a pocos metros, la vida me da tanto para elegir que ya, en ese proceso de desgaste que es el amanecer, debo sentirme lo suficientemente receptivo para no sólo escuchar lo que dentro se ha hecho huella o solamente el sedimento de un nueva decepción…Cada día me reserva una tarde expuesta al agotado sentimiento de la desaparición y al renacer constante del milagro de la noche, la umbría penetrando hasta el tuétano de cada uno de nosotros, cuando el universo nos coloca enfrente de un montón de pequeñas cosas llenas de preguntas y silencios.



f.



miércoles, 12 de agosto de 2020

Yo anduve por Venecia...








Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas
y sentías lejano el dolor de la ausencia.
En las encrucijadas,
quedaron mis pasos, esperándote
tras las viejas canciones
y espiando la mirada inquietante de un nuevo silencio
que iba creciendo como la mansedumbre de los gatos.
Pisé el mármol blanco desgastado y húmedo,
contra las olas de los que partían
se mojaban sin piedad mis zapatos,
y debajo de los oscuros porches de las tiendas del vidrio,
o en cualquier plaza tranquila con sabor de amaranto,
ardía, en el aire del verano,
el sendero abierto por un violín estremecido.


f.






miércoles, 29 de julio de 2020

Epílogo




Epílogo


Rasgo los matices que envuelven cada acto. En cada palabra hay una sombra, en cada mirada un puente o un abismo, en una mano la tibia respuesta o ese calor decoroso que da saberse el uno al otro.
Busco en los silencios el vértice perfecto, en la luz la herida sin tacha, el filo caliente de un cuchillo, el dolor suave de la ausencia y el murmullo del aire al sentirse vivo.
Hay en el viento restos de nosotros, de otros, de todos lo que a veces te dejan emociones que nunca conociste o que nunca esperabas a esas horas invadiendo tu cuerpo o deshojando en tu cabeza todas las preguntas.
Llueve y cada gota culmina un viaje, se hace en tu piel un suspiro frío y sucumbe dormida, exhausta, aunque sea sólo eso, el resto mínimo de una nube.
Fuera de mí, en el mundo que me rodea a pocos metros, la vida me da tanto para elegir que ya, en ese proceso de desgaste que es el amanecer, debo sentirme lo suficientemente receptivo para no sólo escuchar lo que dentro se ha hecho huella o solamente el sedimento de un nueva decepción…Cada día me reserva una tarde expuesta al agotado sentimiento de la desaparición y al renacer constante del milagro de la noche, la umbría penetrando hasta el tuétano de cada uno de nosotros, cuando el universo nos coloca enfrente de un montón de pequeñas cosas llenas de preguntas y silencios.


f.


miércoles, 12 de septiembre de 2018

Abro la ventana y entra la brisa








Abro la ventana y entra la brisa.
Sin nombre apenas que darte
poseo ahora el rescoldo de la lumbre nocturna
y esta hora ausente de nosotros,
cuando tú duermes y yo oteo el mar.
Las islas son como tu espalda,
se ven en la bruma del horizonte,
y sé que guardan siempre los pájaros y el frío de la mañana,
mientras que a ti, a centímetros de mis dedos,
respirando en silencio,
te cubren una lejanía de sábanas
y todos los pretéritos viajes
que hicimos en la noche.
Guardo este instante.
Lo grabo como he hecho otras veces.
Ya eres igual en mi memoria
que algunas cosas hermosas que me habitan:
el friso del Partenón en el Museo Británico,
el puente de Alejandro III en París sobre el Sena,
el jardín de Csepel rodeado por el Danubio,
el templo de Júpiter en Paestum…
Eubea en medio del Egeo.


f,




martes, 21 de noviembre de 2017

Se rehace la noche y esta sierpe











Se rehace la noche y esta sierpe,
que sube desde lo oscuro del corazón,
invade mis manos y late en mi cuerpo
al ritmo de una salve
que germina en sílabas húmedas
al borde siempre de mi boca.
He ardido, sí.
Ahora en las cenizas
el viento reaviva los rescoldos,
las brasas danzantes
que vuelan como diminutas preguntas
y queman de nuevo, en un instante,
la piel que cubre un bosque.
Puede el mar
(también el mar),
junto a un faro
en la serena noche,
reconstruirse en medio de esta temible oscuridad
de susurros que duelen,
cuando gravitan los pájaros sobre las islas del tiempo
y se quejan en la soledad tendida de una playa cualquiera del otoño.
La lluvia sabe del orden oscuro del silencio,
y en mis manos mojadas,
como un milagro,
hay señales de los astros.
Ardua es la tarea que me queda
cuando viene un ángel
y me condena a sobrevivir.



f.

martes, 12 de septiembre de 2017

Abro la ventana y entra la brisa









Abro la ventana y entra la brisa.
Sin nombre apenas que darte
poseo ahora el rescoldo de la lumbre nocturna
y esta hora ausente de nosotros,
cuando tú duermes y yo oteo el mar.
Las islas son como tu espalda,
se ven en la bruma del horizonte,
y sé que guardan siempre los pájaros y el frío de la mañana,
mientras que a ti, a centímetros de mis dedos,
respirando en silencio,
te cubren una lejanía de sábanas
y todos los pretéritos viajes
que hicimos en la noche.
Guardo este instante.
Lo grabo como he hecho otras veces.
Ya eres igual en mi memoria
que algunas cosas hermosas que me habitan:
el friso del Partenón en el Museo Británico,
el puente de Alejandro III en París sobre el Sena,
el jardín de Csepel rodeado por el Danubio,
el templo de Júpiter en Paestum…
Eubea en medio del Egeo.




f,



lunes, 22 de mayo de 2017

Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas








Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas
y sentías lejano el dolor de la ausencia.
En las encrucijadas,
quedaron mis pasos, esperándote
tras las viejas canciones
y espiando la mirada inquietante de un nuevo silencio
que iba creciendo como la mansedumbre de los gatos.
Pisé el mármol blanco desgastado y húmedo,
contra las olas de los que partían
se mojaban sin piedad mis zapatos,
y debajo de los oscuros porches de las tiendas del vidrio,
o en cualquier plaza tranquila con sabor de amaranto,
ardía, en el aire del verano,
el sendero abierto por un violín estremecido.





f.



Fotografía de Mónica Bellucci en la película de Philippe Garrel




viernes, 3 de febrero de 2017

Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas










Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas
y sentías lejano el dolor de la ausencia.
En las encrucijadas,
quedaron mis pasos, esperándote
tras las viejas canciones
y espiando la mirada inquietante de un nuevo silencio
que iba creciendo como la mansedumbre de los gatos.
Pisé el mármol blanco desgastado y húmedo,
contra las olas de los que partían
se mojaban sin piedad mis zapatos,
y debajo de los oscuros porches de las tiendas del vidrio,
o en cualquier plaza tranquila con sabor de amaranto,
ardía, en el aire del verano,
el sendero abierto por un violín estremecido.




f.




jueves, 10 de mayo de 2012

Presentación en Madrid el sábado día 12 del poemario "Las Horas"




El próximo sábado día 12 a las 19h30 en la sala Clover de Madrid presento el poemario "Las Horas" junto a varios poetas que me acompañaran:


Marisa Peña
David Escudero
Sagrario Del Peral
Arantxa Oteo
Elena Peralta
Francisco J. Picón

y la actuación del cantautor Fernando Prieto








No tuve entre mis labios todos tus pecados,
aunque pronuncié cada uno de los verbos que nacían de tu boca,
ese lado del hielo que pusiste tan cerca de la orografía de las emociones.
Tus besos traían rosas marcadas, flechas con imperativo de veneno,
mientras rodeabas la cama con las luces de las velas,
el tálamo donde la batalla solo consumaba una derrota.
Supe rendirte tantas veces como perdí entre tus brazos.
Las señales de tu espalda siempre me dijeron de tu vida de pájaro.
Cuando te recuerdo miro al cielo,
quiero tentar de nuevo y devorar otro ángel caído.


miércoles, 18 de enero de 2012

Yo anduve por Venecia...















Yo anduve por Venecia cuando tú la soñabas

y sentías lejano el dolor de la ausencia.

En las encrucijadas,

quedaron mis pasos, esperándote

tras las viejas canciones

y espiando la mirada inquietante de un nuevo silencio

que iba creciendo como la mansedumbre de los gatos.

Pisé el mármol blanco desgastado y húmedo,

contra las olas de los que partían

se mojaban sin piedad mis zapatos,

y debajo de los oscuros porches de las tiendas del vidrio,

o en cualquier plaza tranquila con sabor de amaranto,

ardía, en el aire del verano,

el sendero abierto por un violín estremecido.







Fotografía de Mónica Bellucci en la película de Philippe Garrel


lunes, 16 de enero de 2012

Un ángel dormido
















Un ángel dormido abrigaba entre sus manos el miedo.
Te oí respirar tan cerca de mí que en sueños me estremecías.
Sobre el río se difuminaba el viaje nocturno de la luna,
la estela se derrumbaba certera
como losas de piedra entre las aguas.
Te oía respirar, es indefinible la sensación que me abarcaba.
Sin remedio, la cama se hundía bajo un montículo de arena
cercada por el océano.
Abracé el lado de tu cuerpo que a centímetros de mí sostenía la luz.
Tu vientre guardaba todavía el color oscuro de mi deseo,
rozando sin prisas la diáfana verdad mis dedos temblaban.
Nunca he sido más valiente ante la soledad.









sábado, 14 de enero de 2012

Cerré los ojos...









Cerré los ojos mientras tu boca recorría los alrededores de la dicha.






Líbrame de este viaje por la oscuridad de Europa.
Tráeme cerca del Sena,
quiero volver a desembarcar de un tren del sur
y andar por las calles donde las hojas del otoño nos esperan.
Hay un alarde de viento que viene con la lluvia,
esa tormenta bajo la que somos un aguacero de dudas y preguntas.
La rue des Rossiers hierve en el vacío de tu nombre,
aquellos pasos nuestros retuvieron un eco de besos y caricias.
Arde todavía el verano,
la soledad se ha dejado media vida arrimada a la mía.
Sueño entregado a escuchar tu respiración recorriendo mi cuerpo.
Cada gota de sudor se hace de los dos,
se disuelve en la piel,
cubre de semillas cada poro del otro.
Ven de nuevo y que tus labios se pronuncien en amapolas,
me reconozco en tus uñas y en el sabio desafío de tu lucha…
Hoy, como todos los días,
mi ejército desperdigado y confuso ha sucumbido a tu boca.





martes, 6 de diciembre de 2011

Un ángel dormido









Un ángel dormido abrigaba entre sus manos el miedo.
Te oí respirar tan cerca de mí que en sueños me estremecías.
Sobre el río se difuminaba el viaje nocturno de la luna,
la estela se derrumbaba certera
como losas de piedra entre las aguas.
Te oía respirar, es indefinible la sensación que me abarcaba.
Sin remedio, la cama se hundía bajo un montículo de arena
cercada por el océano.
Abracé el lado de tu cuerpo que a centímetros de mí sostenía la luz.
Tu vientre guardaba todavía el color oscuro de mi deseo,
rozando sin prisas la diáfana verdad mis dedos temblaban.
Nunca he sido más valiente ante la soledad.





Un nuevo poema del libro "Las Horas" que saldrá el 19 de enero del 2012


viernes, 18 de noviembre de 2011

Abro la ventana y entra la brisa








Abro la ventana y entra la brisa.
Sin nombre apenas que darte
poseo ahora el rescoldo de la lumbre nocturna
y esta hora ausente de nosotros,
cuando tú duermes y yo oteo el mar.
Las islas son como tu espalda,
se ven en la bruma del horizonte,
y sé que guardan siempre los pájaros y el frío de la mañana,
mientras que a ti, a centímetros de mis dedos,
respirando en silencio,
te cubren una lejanía de sábanas
y todos los pretéritos viajes
que hicimos en la noche.
Guardo este instante.
Lo grabo como he hecho otras veces.
Ya eres igual en mi memoria
que algunas cosas hermosas que me habitan:
el friso del Partenón en el Museo Británico,
el puente de Alejandro III en París sobre el Sena,
el jardín de Csepel rodeado por el Danubio,
el templo de Júpiter en Paestum…
Eubea en medio del Egeo.







Este poema pertenece al poemario "Las Horas" que presentaré en Zaragoza el 19/1/2012 y hay un blog ya para él

Programa Electroletras

Con versos en la noche

Mi lista de blogs

Seguidores

Vídeos de poesía para perdidos

Ahora en youtube

Los poemarios

Los poemarios
© (Copyright) Fernando Sarría de todos los contenidos originales de este blog, excepto cuando se señale otro autor.

Archivo del blog