No sé si la oscuridad,
junto al sonido equivoco de la lluvia,
nos despierta algún otro sentido
al unirse al ruido metálico y lejano
de los trenes de la noche.
Esta noche única, nuestra,
en que hemos visto
caer las hojas de los arces
como una premonición
que nos acerca el próximo otoño.
Duerme conmigo
en medio de esta soledad
en la ciudad atlántica.
Aquí nadie nos conoce.
Hemos perdido el miedo el uno al otro.
Toda mi piel se entrega a tus manos…
me has hecho cruzar al otro lado del abismo.
f.
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