Él es el hombre pez
el que en mis labios líquidos
se ahoga y desahoga
el que muerde a propósito
mi boca anzuelo.
Yo la mujer de carne
la que se arroja al río
cada día
para sentir
su sangre fría
su piel de escamas.
Él aquel que olvidó
la memoria en el puente
yo la que pierde el alma
en cada salto.
Ambos los dos de ojos cristalinos
desenfocados
buscando entre las aguas del reloj
la hora en que quizá
nos conozcamos.
el que en mis labios líquidos
se ahoga y desahoga
el que muerde a propósito
mi boca anzuelo.
Yo la mujer de carne
la que se arroja al río
cada día
para sentir
su sangre fría
su piel de escamas.
Él aquel que olvidó
la memoria en el puente
yo la que pierde el alma
en cada salto.
Ambos los dos de ojos cristalinos
desenfocados
buscando entre las aguas del reloj
la hora en que quizá
nos conozcamos.
Carmen Aliaga
F
8 comentarios:
es un magnífico poema...Da gusto leer a Carmen, siempre.un abrazo a los dos
Precioso. Acuática y sincera forma de lanzarse a por su hombre pez, Carmen. Ya sabes que me encantan todos, absolutamente, todos tus poemas.
Besos
Muy bonito,precioso. También muy buena la ilustración.
Cada día mejor y mejor...Besos.
Labios de agua en que el amor se ahoga.
Cebo oceánico donde el anhelo muerde.
Una ardiente carne para la sangre fría.
Dichoso el pez que espera tanto encuentro mirando a la clepsidra desde el agua.
Bellísimo poema.
Enhorabuena, Carmen.
Gracias, Fernando.
Bello poema.
Un saludo.
Ya te dije en su momento, Fernando, que este poema me recordaba a un collage de Max Ernst.
Antagónicos dispuestos a encontrarse. Creo que la fuerza del poema reside en que es tremendamente visual.
Un abrazo,
Laura
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