Llegó extasiada con el rumbo perdido en su propia casa, con los pies descalzos.
Desnuda con el alma hecha jirones y en el bolsillo de su mente sólo el martilleo constante de una prescrita caducidad.
¡Un año de vida!
Le colgaron en la espalda un código de barras aquella tarde sombría. Lucía el sol tras los cristales y a pesar de ello un velo de nubes grises entorpecía la luz que entraba por las ventanas.
¿Que haré? Se preguntó mientras besaba en la distancia a sus hijos ausentes del mal que la oprimía. ¿Por dónde empiezo? Preguntó al llegar su familia.
Mañana una nueva persona vivirá dentro de mí, se repetía. ¿La quimioterapia y sus efectos secundarios, o la vida tal y como hasta ahora disfrutaba?
Al fin y al cabo, la fecha de caducidad se cumpliría, si ella no hacía nada por evitarlo.
Miró tras los cristales perdiendo la vista tras el vuelo de una hoja que era mecida por el viento. Roto el silencio por las risas de los niños, sonrío volviéndose y dijo a todos los que estaban con ella en el salón. Apuesto por la vida, vivo y siento. La muerte me reta pero yo voy a procurar ganarle el pulso. Cogió el teléfono marcó un número que tenía en el bolso y dijo: ¿Está el Dr. Cercó? quiero pertenecer al protocolo de fármacos experimentales mi nombre es Isabel Castillo.
Autora : Darilea.
4 comentarios:
Valiente texto Darilea.
Hay caducidades cruciales en nuestra vida y a veces lo más importante no es su vencimiento sino nuestra actitud ante su conocimiento.
La mejor apuesta: la vida.
Brindo con vosotros por ella.
Un abrazo.
María
Desde el mundo de los hospitales, quirófanos y sitios de bata blanca y paredes verdosa, me ha encantado. Precioso.
Un texto sublime y muy sentido, como no iba a ser la autora la dulce Darilea..
Besitos..
Bravo! por la protagonista del micro relato y por supuesto también por la autora del mismo. Es la mejor manera de hacer frente a esta clase de batallas que prepara el destino. Estupendo texto Darilea.
Besos
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