Hay océanos que apresan los silencios,
encierran en su cuerpo la humedad del miedo.
He oído el silabeo de los pájaros,
su quejido lejano,
la ansiedad del vuelo.
Así, en esta luz
en que la noche me pronuncia,
me redimo del eco de tu ausencia,
soy el faro perpetuo,
tu llamada,
el último deseo,
la caliente tentación de una llama.
7 comentarios:
Fernandito,
he dejado tu hermoso libro en Sevilla.
Lo cuento en el blog.
Besitos,
M
Que puedo decir yo!
Si tú ya lo has dicho todo...
Parece una espada de luz.
Por fin conseguí los libros en Donosti.Un placer, lo que voy leyendo.
Saludos cordiales.Soco
Que bonita tu poesia.
Saludos.
Sill
Y no te apagues nunca...
Esa ilimitada contemplación oceánica es de un vértigo infinito y es en ese vértigo donde el “faro perpetuo” se eleva majestuoso para la redención.
Hermoso de verdad.
Besos.
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