No recuerdas el frío de aquella primavera en París??
la lluvia era humilde y solo se sostenía en la humedad del aire
mientras recorríamos los bulevares y sin saber por qué todo nos parecía nuevo, como hecho para nosotros...en cada museo veíamos lo inesperado, un encuentro con la belleza conocida pero de sopetón nos redimía de ciertos pecados veniales y nos limpiaba el corazón de esa oscura longitud que posee la vida diaria.
Nos sentábamos en las puertas de los cafés viendo pasar a la gente, mientras, bebíamos cerveza Kronenbourg apoyados en las diminutas mesas, contemplando todo en silencio, pero con esa luz límpida de matices que no sé sabe por qué surge en momentos concretos de los días...no sé, pero hoy me ha venido esos momentos a la memoria y debía dejarlo escrito como si fuera un fogonazo imposible de dejarlo dentro.
f.
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