Voy a abrir rendijas en mi pecho
para que entre la luz del otoño,
esa frágil esencia
que la vida deja escapar entre tormentas,
para meterse a este desván mío,
que se queda, a finales del verano,
respirando siempre en la oscuridad,
recordando lo que fue
una melodía de inagotables crepúsculos.
f.
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