Mirar adentro, donde duele,
contemplar ese infinito sin respuestas
allí, en el lugar donde solo hay indicios y finales,
una cuerda, a la que se anudan
las pocas verdades que conoces
como pequeñas banderas que sostiene el viento,
puntos de luz en la noche oscura
cuando sigues siendo el mismo ciego de siempre.
f.
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