La rosa de los vientos
ha dejado de nombrarme,
la brújula habla del Norte
como si solo del invierno
fuera a venir el silencio.
No sé por qué guarda esta tarde un aroma a lumbre,
siento la sombra deslizarse
como un gato negro por las cornisas
y enlutar de rojo todo lo que contemplo...
Perdí siempre las batallas contra mi mismo,
mi interior conoce bien mis puntos débiles,
aunque en este perderme en la oscuridad
me suelo manejar bien deshaciéndome en la carcoma...
tantas noches de insomnio abotonando las horas a mi cuerpo
me han hecho desdecirme de algunas verdades,
¿cuánto debo aprender todavía? me pregunto,
este continuo derrumbarme me agota tanto como el otoño.
f.
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