Ahogarnos en la hora de la daga,
sombra sobre el hilo rojo del atardecer,
como se hunden los cargueros en la oscuridad del océano.
Vigilar la simiente, las primeras flores del invierno,
la humedad que se hace fruto granado en las manos
y dulce de leche en la boca que ha de devorarte en la noche.
f.
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