Traigo de la noche tiznados mis dedos.
El hambre en su hogaza de pan negro
me deja sus estigmas y el fuego.
Un laberinto de bosque donde descubrirme,
un río interno que fluye lento
a esas horas anónimas
cuando la sed es un quehacer de ángeles y demonios
y yo soy una sombra armada con mi propia devastación.
f.
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