Desaparecer...
no deja de ser más que una palabra
que cruza deprisa las líneas de la noche.
Se yergue como un muro de hormigón,
un río caudaloso tras la tormenta,
una avenida de agua sobre ti...
Cierta, como el eco del silencio y sus pasos muertos,
nos trae a las manos labores de ortigas,
un quehacer de escribano
donde apuntar la hora definitiva del viaje,
deshacer parte de la trama,
cerrar los portillones que guardan las ventanas,
echar la llave a las puertas de todo lo que tienes
y renunciar a mirar atrás,
porque desaparecer es brindar al sol
mientras saboreas el amargo y picante zumo de la cicuta...
f.
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