No somos más allá de dos sombras
en este deshacerse del crepúsculo.
Las hélices del viento
traen los nombres de todos nuestros muertos,
aún así y todo, nos vence el silencio,
la encrespada silueta de la noche,
un canto perdido en el océano,
como si todo lo que fuimos
tuviera un nombre escrito en el olvido.
f.
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