No soy quizás el que esperabas.
Nunca lo fui.
Tampoco tuve nada que ofrecerte
que no vieras ya en el misterio de mis manos
o que no sintiera tu cuerpo
el lejano día en que en la noche nos reconocimos.
Te gusta que vuelva a cantarte al oído, muy bajo,
casi en un susurro, las viejas baladas de entonces.
Sigues siendo hermosa
y me gusta mucho hacer desbordarse tu risa.
Cuando me muerdes los dedos y tu lengua juguetea entre ellos,
me miras todavía con la humedad de lo irrenunciable,
y traes de nuevo desde tan lejos,
como un relámpago hasta mi piel,
un dulce y olvidado escalofrío.
Nunca lo fui.
Tampoco tuve nada que ofrecerte
que no vieras ya en el misterio de mis manos
o que no sintiera tu cuerpo
el lejano día en que en la noche nos reconocimos.
Te gusta que vuelva a cantarte al oído, muy bajo,
casi en un susurro, las viejas baladas de entonces.
Sigues siendo hermosa
y me gusta mucho hacer desbordarse tu risa.
Cuando me muerdes los dedos y tu lengua juguetea entre ellos,
me miras todavía con la humedad de lo irrenunciable,
y traes de nuevo desde tan lejos,
como un relámpago hasta mi piel,
un dulce y olvidado escalofrío.
4 comentarios:
ojalá esa llama no se extinguera con la rutina y el tiempo cruel
hermosos versos Fer
un besitos y feliz inicio de semana
Nunca somos lo que esperan....
Un catálogo lleno de hondo placer. Abrazos.
La mayoría de las veces se espera una utopía, pero es más hermoso encontrar algunas realidades.
Besos, poeta.
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