No era verdad, nadie disparo sobre Dylan aquella tarde en el páramo de mi ciudad, aunque no estuviera él allí y solo unos buenos músicos y su voz nos acompañaran, una sombra de él revestido de soberbia, sin mirarnos, tecleaba un piano o hizo sonar una armónica…y aunque al escuchar Hurricane todos esperásemos ver los fogonazos de los disparos de una pistola en la noche acabando con su vida, solo pudimos constatar que Dylan era de cartón piedra, una figura más cuya alma le debió abandonar cuando acabo el milenio.
¿DE QUÉ TE SIRVE?...
Hace 2 horas
2 comentarios:
Excelente, Fernando.
Un abrazo.
Ahora mismo me pongo a escuchar a Dylan. Un besico!
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