Metido en la bañera y fumando
mientras escucho lejanas las notas de jazz
tras las que Miles Davis me empuja hacia el cadalso,
todavía en el mediodía de septiembre,
hay una pausada voz que me habla de ti.
Quisiera tenerte aquí cuando salga del agua
y que tus manos pequeñas me frotaran la espalda
como entonces hacías
a la vez que enumerabas y disertabas
del peligroso tamaño de las verrugas que poseo.
Hay diminutas cosas en la vida
que tienen suficiente peso específico
y que ni Miles ni yo,
por mucho empeño que sigamos poniendo,
nunca podremos cambiar.
mientras escucho lejanas las notas de jazz
tras las que Miles Davis me empuja hacia el cadalso,
todavía en el mediodía de septiembre,
hay una pausada voz que me habla de ti.
Quisiera tenerte aquí cuando salga del agua
y que tus manos pequeñas me frotaran la espalda
como entonces hacías
a la vez que enumerabas y disertabas
del peligroso tamaño de las verrugas que poseo.
Hay diminutas cosas en la vida
que tienen suficiente peso específico
y que ni Miles ni yo,
por mucho empeño que sigamos poniendo,
nunca podremos cambiar.
2 comentarios:
En poco tiempo, tendré esas mentiras entre mis manos. Y sé que las disfrutaré, y las disfrutarán, como si fueran las mejores verdades. Un abrazo.
excelente texto , me ha gustado mucho, mentiras que se trocan a verdades cómplices
buen domingo
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