como si cinco años de invierno
se abalanzaran sobre mi.
Escucho el viento,
las hojas de los álamos se inclinan ante él
y dan el envés plateado ante mi mirada silenciosa.
El río, el puente, un siglo de horas cayendo en cascada,
es la eternidad de un ángel moribundo
ahogándose en las aguas…
Siento en mi boca el sabor de sus alas.
Esta es mi pequeña aportación entre los 71 poetas que contribuimos al libro.
4 comentarios:
Todo ángel es terrible diría Rilke, pero el tuyo no, el tuyo es de color añil.
M.
Me transportan esos sonidos y silencios entre álamos cayendo en cascada, y paladeo, con gusto, el final, con su sabor de alas.
Fernando, tus aportaciones nunca son pequeñas.
Felicidades, angelito;-)
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