Estoy escuchando crepitar el fuego,
oigo la música tarareada en la brisa
y siento la humedad indefinida de la incertidumbre.
Lejano, el bosque dormita en el vuelo de algún pájaro.
No es el frío un adjetivo que tenga mi mirada
aunque en ella una laguna puede traer restos del mar
y un sendero de arena que te acerque a mi.
Hay demasiadas luces en la noche,
todos los reflejos de la avenida se demoran en mis ojos,
todavía escucho las palabras de una mujer ebria pidiéndome lumbre,
descalza y sin medida todo su cuerpo temblaba ante mi silencio.
Algo más que la lluvia tendrá este domingo,
yo sigo esperando la luz del horizonte
y el paso de un tren que nunca vino.
oigo la música tarareada en la brisa
y siento la humedad indefinida de la incertidumbre.
Lejano, el bosque dormita en el vuelo de algún pájaro.
No es el frío un adjetivo que tenga mi mirada
aunque en ella una laguna puede traer restos del mar
y un sendero de arena que te acerque a mi.
Hay demasiadas luces en la noche,
todos los reflejos de la avenida se demoran en mis ojos,
todavía escucho las palabras de una mujer ebria pidiéndome lumbre,
descalza y sin medida todo su cuerpo temblaba ante mi silencio.
Algo más que la lluvia tendrá este domingo,
yo sigo esperando la luz del horizonte
y el paso de un tren que nunca vino.
4 comentarios:
Ah...¡ese tren que nunca pasa!. Con qué bellos vrsos has descrito ese sentimiento, Fernando. La fotografía es preciosa.
Tardes de domingo con algo más que lluvia.
Ojalá nunca nos faltara la paciencia de la espera.
De la espera de la luz y de los trenes que no llegan.
Abrazos.
Tienen algo de misterioso y esperanzador los trenes, la incertidumbre de lo que nos pueden traer, o llevarse.
Un beso, Fernando.
O quizá ya pasó....
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