Nada guarda el muro salvo esa sensación de la hiedra cuando todavía sucumbe al sueño y al frío, un cierto escalofrío de pequeño saurio envolviendo el aire y el silencio conmutado en sentencia de que todo lo irremediable se lo llevará el viento y la noche.
Puedo deshojar las palabras, arrinconar las cenizas del fuego y esparcirlas en la tierra, echar hidrógeno en el compost como materia regeneradora aunque deje un poso gris entre las rosas y esa secuencia de matices que me recuerda las ausencias.
Es el sol de la tarde un pequeño abrigo de luz, el cáliz donde demorarme mientras suena la voz de Ives Montand cantando dolorido sus Les feuilles mortes, me sonrío levemente al pensar como en la radio se les ha ocurrido poner a Montand hoy precisamente...el bueno de Montand,dispuesto a abrirme la mente, desde este pequeño jardín viajo a París y surgen de nuevo esas tardes de otoño en que la lluvia arrastraba las hojas de los árboles y entre nosotros había un silencio de pasos y huellas húmedas...sus hojas muertas...les feuilles mortes de Montand, estas mías que deja la rueda del tiempo, que triste es la canción la verdad…pero que bien pensado en el fondo lo de las cenizas para dar vida a otras futuras y predecibles flores (la esencia y el aroma de estas rosas rojas siempre me trae a mis sentidos un buen recuerdo) cuando aunque haya dudas en muchos de nosotros y las hay siempre, volverá la primavera…yo noto en mi sangre palpitar la vida.
Puedo deshojar las palabras, arrinconar las cenizas del fuego y esparcirlas en la tierra, echar hidrógeno en el compost como materia regeneradora aunque deje un poso gris entre las rosas y esa secuencia de matices que me recuerda las ausencias.
Es el sol de la tarde un pequeño abrigo de luz, el cáliz donde demorarme mientras suena la voz de Ives Montand cantando dolorido sus Les feuilles mortes, me sonrío levemente al pensar como en la radio se les ha ocurrido poner a Montand hoy precisamente...el bueno de Montand,dispuesto a abrirme la mente, desde este pequeño jardín viajo a París y surgen de nuevo esas tardes de otoño en que la lluvia arrastraba las hojas de los árboles y entre nosotros había un silencio de pasos y huellas húmedas...sus hojas muertas...les feuilles mortes de Montand, estas mías que deja la rueda del tiempo, que triste es la canción la verdad…pero que bien pensado en el fondo lo de las cenizas para dar vida a otras futuras y predecibles flores (la esencia y el aroma de estas rosas rojas siempre me trae a mis sentidos un buen recuerdo) cuando aunque haya dudas en muchos de nosotros y las hay siempre, volverá la primavera…yo noto en mi sangre palpitar la vida.
6 comentarios:
Me gustan las hojas muertas, son cálidas sus tonalidades rojizas, verlas dormidas y serenas me transmite paz. Preciosa la canción.
Volverá, faltan tan sólo dos meses.
Besos, Fernando.
No hay nada mas irremediable q la vida misma.... mejor si se la vive con sangre..
Ser hoja y al marchitarse regresar a la tierra... y reinventarse.
Lo que el mar borra de la arena..
no se borra de los amantes.
Besos...
Lo noto.
Montand de fondo y las hojas muertas plenas de color y sentido.
Y su desconsoladora esperanza.
Vendrá la primavera.
Vendrá.
Abrazos.
Sopla con fuerza y verás cómo las hojas vuelan y dejan tras de si la estela de lo nuevo.
"Nada guarda el muro salvo esa sensación de la hiedra..."
El principio y el final... Todo se resume en estas diez palabras.
Besos.
Laura
Qué gran poema y qué gran canción, Fernando. Le dediqué una entrada hace tiempo a Les feuilles mortes de Montand que Crosby y, más tarde, Sinatra, convirtieron en "Autumn leaves"... con la ayuda, eso sí, de Johnny Mercer.
Qué tendrá el otoño...
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