La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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lunes, 2 de noviembre de 2009

No soy la soledad






No soy la soledad
ni ese transito de pasos
que deja la lluvia
con sus huellas
tras una gran tormenta.
Sé que existe una llama,
una fuente de luz entre los astros,
un fulgor al este iluminando
la parte perentoria de la noche.
A esa he alcanzado
y en su fuego,
sin saberlo,
he dejado prendidas
unas pocas palabras.
Ninguna tiene más valor que una espera
ni más peso especifico que un silencio.
No se desnudan como una caricia
ni como un beso derriban barreras.
No pueden como una mano descubrir un sendero
en otro cuerpo tibio,
tan sólo son del lugar de donde vengo,
arcaicas y llenas de matices,
traen después de arder en el incendio
el rumor de los andenes
y la fatiga que siempre te vence en el desierto,
aunque saben quedarse en su sitio
y se dejan llevar en mi bolsillo
esperando el suave tañido de la aurora.


6 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Pues yo esperaré también ese "suave tañido de la aurora", con esperanza...Un beso, querido poeta

Fernando dijo...

Nada tiene más peso específ llegar esperanzados a la aurora. Un abrazo.ico que el silencio. Quizás desde ese silencio consigamos

Laura Gómez Recas dijo...

La palabra... ¿qué sería de nosotros sin ella?

Alegato-poema-corazón.
Laura

ybris dijo...

La soledad no se es.
Se siente.

Un abrazo.

© José A. Socorro-Noray dijo...

La soledad hace huella en la noche,
sólo la aurora quiebra su silencio.

Un abrazo

carmen jiménez dijo...

Pues yo he viajado con tu poema a las estrellas y en el camino he ido abandonando mi soledad para que la aurora me pille llena de ese fuego arcaico y se borre toda huella de fatiga.
Un placer y un abrazo grandote.

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