Mi padre fumaba poco
y lo hacía en una pipa pequeña y sencilla,
que desgastada llegó a mi.
Es, junto con las fotografías,
la carta de amor que le escribió a mi madre
y su esquela, lo único que de él
he tenido entre mis manos.
Con aquella pipa empecé a fumar.
Era una extraña emoción sentir
cómo el humo llegaba hasta mi boca,
mientras la sostenía en mi mano
igual que tantas veces lo hizo él.
Fue lo único,
que salvado el tiempo,
pudimos hacer juntos.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 27 minutos
7 comentarios:
Es el humo de la intención lo que compartes en esa pipa. Es más de lo que hacen muchos que viven juntos.
Sencillo y emotivo ese recuerdo a tu padre.
Un beso.
A veces pasa, no hay posibilidad de acercarse más. Como un sueño que se repite, es imposible que se cumpla e imposible que se evapore sin dejar olor
Es curioso lo que uno recuerda desde la edad en que teóricamente nada se debía recordar.
Y más curioso aún lo mucho que inspira.
Abrazos.
Me ha gustado mucho esto, Fernando. Un abrazo y gracias por vuestra hospitalidad maña.
Y yo que te veo bien fumando en pipa. Como muy elegante.
Besos.
Hay algo mágico en ese compartir en dos tiempos...
Buenísimo. Los objetos que pertenecieron, de algún modo, a tu pasado y al de algún antepasado tienen algo que siempre nos une con lo eterno.
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