Cuando abrí los ojos tú estabas allí, dormida a mi lado, cubierta por la sábana que te resguardaba las formas curvas de tu cuerpo. Te miré despacio, viendo aletear suavemente tu nariz al respirar y como movías el labio superior al expulsar el aire. Tu pelo cubría parte de tu rostro y sin embargo el color de tu piel resaltaba sobre el blanco de la almohada. Era un momento de silencio, afuera todavía no se había levantado la mañana y sólo se escuchaba de vez en cuando el paso de algún coche en este amanecer de domingo.
Hay instantes que merecen la pena mantener en la retina y en el corazón aunque el tiempo sepa como descubrirlos hurgando en todos los recuerdos y quiera darle el tono de grisalla con el que envuelve lo que acerca al olvido.
6 comentarios:
¡Qué mágico amanecer el que relatas!. Un domingo inolvidable...
Fijar instantes a salvo de la grisalla del tiempo y de su olvido.
Quizás sea eso la poesía más sincera.
Abrazos.
instantes que salvan el mundo, que despiertan la belleza dormida...
... un abrazo, Fernando
forma de comenzar un domingo
... aunque el momento se envuelva en el olvido, lo bello es haber vivido ese instante
besos
.. que bellos son algunos fines de semana.. mucho más bellos si la luz se cuela por una rendija y da de costado en las palabras..
.. un abrazo, poeta..
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