Me ha echado de ese cuerpo
que ya no habitaré más.
Sólo recordaré sus manos
esperando mi muerte
sosteniendo mi cuerpo.
El hueco de mis rodillas
en sus hombros y él a mis pies
repasando las declinaciones.
Ese tránsito imposible de acentos
de cientos de endecasílabos
y mis versos límites y su piel.
Lo cierto, en todo caso,
es que hoy cae un intenso aguacero
y no tengo nada que decirle,
sólo mirarle a través del tiempo
que hay entre mis ojos y su cuerpo.
Aunque aún tiene esa arrogancia
con la que me pide que cruce la calle
y yo, recogiéndome el doble del vestido
paso corriendo a encontrar sus brazos.
Confío que quede suficiente lluvia
para conjurar una lágrima certera
porque yo, ya no traigo flores en el pelo.
Athena
5 comentarios:
Bien me ha tocado Matisse :o)
Gracias, besos.
¡qué tristeza más serena Athena!
quizás ya no haya flores, pero si hay una lágrima... es que el corazón sigue latiendo.
Besos
Muy bueno...muy triste, genial. Además me viene muy al pelo. Gracias Athena
Qué elegancia en la despedida, Athena. Me encanta.
Besos
"El hueco de mis rodillas
en sus hombros y él a mis pies
repasando las declinaciones."
Hay recuerdos que compensan hasta la expulsión.
Siempre me gustó la simbiosis que plasmas en tus palabras cuando aludes al binomio lluvia-lágrimas.
Sencillez contra arrogancia.
Mejor no traer ya flores en el pelo.
Encantadoramente triste, Athe.
Es precioso.
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