La cocina se veía preciosa, colgaba un jamón de Casa Conejos y el frutero estaba lleno de naranjas y plátanos. Mientras troceaba los champiñones reflexionó sobre la habitabilidad de esos 70 metros, unas veces monasterio y otras guarida.
Por qué lloras, le preguntó él, porque no encuentro el pitorro de la olla ,dijo ella..
Autora : Isabel Izquierdo
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4 comentarios:
Sorprendente final.
Tristísimo: ¿Cómo seguir guarecido en tal refugio si nos falta el pitorro de la olla?
Muy bueno.
Abrazos.
Sí, 70 diminutos metros pueden convertirse en una isla paradisíaca donde compartir una vida o ser una celda de aislamiento, todo depende de la persona que supuestamente está a tu lado.
Un micro relato perfecto y que expresa una realidad que va mucho más allá de las palabras. Enhorabuena Isabel.
Besos
Me ha gustado muchísimo.
Breve pero con una transmisión de sentimiento lleno de fuerza.
Te quedas pensando con el ruido de fondo de la olla a presión.
Enhorabuena a la autora.
Si a veces se llora por el pitorro de la olla...excelente relato
Besos
Alba
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