Recuérdame a París,
una voz que ensalce la lluvia
y pierda el rumor de los pasos por los bulevares.
Asiéntate en mí,
crucemos los puentes
que forjan siempre una mirada
y nos dan el valor de este río
y la fuerza de L’ Ille de la Cité.
Detrás de aquellas manos tibias
estaban calientes de emociones mis palabras
y en tus ojos
los cafés eran diminutos oasis
donde templar silencios.
Recuérdame a París,
subiendo escaleras al cielo,
blanco como una nube el Sacre Coeur,
verdes campos de Marte
a los pies de un sueño.
Huellas en las Tulleries,
El Louvre, La Ópera,
La Madeleine,
Quaie d’Orsay,
Les Invalides…
toda esa hiedra en los bronces de Rodín.
Allí, junto a la plaza Vêndome,
y en el fondo de tu risa,
allí, la lluvia.
TENGO QUE APRENDER DE LA ARAÑA...
Hace 17 horas
12 comentarios:
Hola Fer!!! La verdad no conozco París PERO ES COMO SI UN POCO LO ESTUVIERA DISFRUTANDO CON TU RELATO!!! Debe tener mucha magia asi como lo describes.. ojala algún dia pueda disfrutarla!!! De todas maneras gracias!!! Fue muy dulce la manera de expresarte!!! Que tengas un lindo jueves!!!
Ciudad donde siempre se quiere volver;tu poema sí que me ha recordado el deseo mío de volver a verla.
Precioso escrito lleno de nostalgia,pero ¿quién no la tiene tratándose de París y una buena compañia? Un abrazo.
Oh, la la. Paris, toujours Paris.
Te ha faltado el Beaubourg y el sitio más romántico de todo Paris los jardines de Luxemburgo.
Sin duda Paris es mi punto más débil.
qué sabroso este paseo
me he quedado con ganas de volver
y de escuchar aquella risa
París y la lluvia están unidos, al menos en mi recuerdo. No les puedo separar, he visitado París tres veces y las tres ha llovido, qué maravilla!! ahora jamás podré separar la lluvia de París, con lo que a mí me gusta la lluvia.
Besos.
Suena nostálgico.
"Arde París, y en tu piel se para el tiempo. Arde París... contigo dentro".
Besos y más besos
Gracias Fernando por este magnífico poema, me encanta París estuve allí de viaje de novios y en un segundo viaje, sin mi esposa, escribí este poema que te dejo:
PARÍS, 1988
Recorrer de nuevo sus calles,
atravesar esas mágicas avenidas
llenas de luz y nostalgias
fue una experiencia deslumbradora.
París olía a primavera,
como entonces,
y el aroma del recuerdo
envolvía el aire.
Le Sacré-Coeur, Nôtre-Dame, Les Halles,
el Sena, con sus riberas repletas
de viejos libros,
y carteles,
todo me hablaba de ti,
haciendo aún más dura tu ausencia;
sólo el imprevisto encuentro con Chagall
y la bohemia atmósfera de Montmartre
regalaron a mis ojos tu ternura.
Alguna vez volveremos, lo sé,
y entonces cumpliremos la promesa
de recorrer lentamente esos jardines,
paladeando el aire cada segundo
y emborracharnos de su belleza.
¡qué belleza de recuerdo!
y tan real...
besos!
Parìs es como un juego que seduce para siempre. Una ciudad imperdible. Abrazos.
No puede ser, se despista una un ratillo y ya está esto repleto, pues no me pienso perder ninguno, de París me iré a El mes de las flores muertas y a la Serena mirada.
Luego subiré a Sería fácil dejarse llevar.
Como no estoy en Zaragoza, no pude ver a Jhon Giorno, ni la presentación de Ciudad de Mármol.
Tus poemas, prefiero leerlos aquí.
Hablemos de París, un bello recuerdo, aunque todo hubiera podido ser susceptible de mejora.
En mi vida pasé más frio que en Les Invalides, entré con un amigo a una cafetería a tomar un chocolate calentito, fue el chocolate mejor del mundo y de mi vida. El Museo D'Orsay, una maravilla, en fin todo.
Besos, Fernando.
Precioso total....
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