La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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sábado, 31 de mayo de 2008

Reguero de ausencias III







Perecedero.
Apenas respiro y soy rojo.
Raíces en la mirada del atardecer.
Un murmullo me sostiene en el aliento.
Un pájaro sabe de mí y calla.




Desde el silencio no hay huella, hay espera.
Cruzar sin desmayo los perfectos olvidos.
Siempre hay que dar la espalda a la daga,
la muerte es más certera.



Cada lugar de tu mirada se hace eco de ti,
es posible que dentro de un tiempo
aún te recuerden los álamos.



Se ilumina el silencio.
Brama un tigre.
Llueve en la noche
y se estremece la selva.
Las calles están desiertas
como un corazón apagado.




Rodéame con todos tus sentidos.
El deseo es un bucanero
que sabrá recompensarte.



Solo, un hombre puede demorarse en si mismo.
Dentro, un lago le pertenece
y allí se desnuda
para humedecer sus ojos.




En el bosque tus palabras pueden sembrarse,
a veces las flores del invierno son azules,
tienen el color del océano,
todavía recuerdan tus versos.


3 comentarios:

Camille Stein dijo...

... Cruzar sin desmayo los perfectos olvidos...

... a veces las flores del invierno son azules...



joyas son tus ausencias

Nany dijo...

"las calles estan desiertas como un corazón apagado"... me llevo esa imagen.

Besos.

Sasian dijo...

uf...un abrazo Fernando.
Me siento pérdida en ese lago que humedece nuestros sentidos.

besos

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