Como decía ayer el poeta, la danza y la poesía se hermanan por vínculos intangibles. Guardan un cosmos imposible de descifrar si no se penetra en ellos, y recrean una noche de tiempos remotos en los cuales la sensibilidad del gesto y la eclosión de la voz se reúnen para hacer su propia materia incalificable, esa con la que están hechos los astros, el sueño, el silencio, a veces el amor y siempre el deseo humano de aprehender todo lo que le rodea y así explicarse a si mismo y si es posible a los demás…quizás la amabilidad de la vida, la ternura, la hermosura de todo se vuelque en nosotros con la simpleza, por lo escaso, de una mujer bailando y una voz recitando unos textos.
De Ana y Carmen no voy a hablar son mi debilidad, no sería objetivo.
Cristina hizo algo sencillo pero que llenó de magia un pequeño instante de la noche....
y yo seguí con mi gintonic de Bombay azul...echando de menos a personas, que tampoco voy a nombrar pero que ellas saben quienes son.
Seguro que las crónicas de un maestro como Manuel Martínez Forega y otro como Pepe Montero son mejor que la mía.
Fotos de Manuel Martínez Fonega con el poeta y la bailarina.
3 comentarios:
me gusta cuando las artes se entrelazan, se funden y hacen renacer otro significado, otro sentir.
Saludos...!
:-)
Delicado, Fernando, delicado.
Huésped del numen de la emoción, me abandono a tus palabras.
Abrazos.
Aisss... si es que la cabra tira pa'l monte y la familia es la familia...
besos.
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