En las esquinas de las emociones
se rehacen las pocas caricias que nos debemos.
El deseo es una larga estrofa de improperios,
un verso compuesto por tu boca y la saliva que recorre mi cuerpo.
En cada instante que me tocas, que me sueñas, que me nombras,
y adjuntas a ello una humedad latente e imprevisible
como el halo del calor de un fuego que enarbola el aire,
te someto sin saberlo al poder de mis dedos,
a estas yemas que te conocen y que saben derramarte en silencios
y en vocablos donde mis susurros llevan a tus oídos
todas las certezas que detienen el mundo.
Fotografía de
Carlos Manzano
10 comentarios:
Justo por ser imprevisibles se convierten en fuente de las más apetecibles sorpresas que la vida nos reserva.
Un abrazo.
Uf, Fernando, muy hermoso. El placer de lo que, aun imprevisto, sí podemos intuir.
Un abrazo
Precioso, Mister Fernando.
Más kisses
Hermoso.
besos
El poder de tu palabra enarbola la belleza de su cuerpo. Felicidades por el poema. Feliz 2008 cargado de inspiración.
Un saludo y espero que puedas visitarme.
El deseo es una larga estrofa de improperios...
vaya verso, compañero...
bss
ETDN
Que tienes buenas manos no se puede negar, la evidencia te delata.
Besos
gracias por venir y comentar...lo de las buenas manos?..me sonrojas!..ja,ja.
B y A
f.
Me pregunto como siendo improprerios del deseo ambos os deteneis al tocaros......y me pregunto si la verdad, la de verdad sólo existe en tus manos.
Olimpia
pues como no responda ella.
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