Hay una eternidad en el amanecer
que resguarda mis labios de los suyos.
Cada segundo se viste con los copos
que la nieve se dejó en mis recuerdos,
y en ese intervalo, respiro hondo
tantas veces como me trae la noche
su adiós de muerte.
En mi cama un hombre se despierta,
a veces lo conozco mucho,
otras es un ser extraño
que parece ebrio al pisar el suelo.
Cargo con él y tras el desayuno
me mira en el espejo del baño…
él sabe tanto de mi que me asusta
y los dos intentamos disimular
guardando un silencio sepulcral.
Fotografía
aquí
4 comentarios:
Intentamos disimular...
un abrazo
Terrible el amanecer ante el espejo.
A veces ni nos conocemos.
Un abrazo
Sano, y a veces doloroso, ejercicio de mirarse al espejo cada mañana.
vaya...
un abrazo enorme.
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