Será el retorno impasible de los amaneceres
donde la escarcha vaticiné unos gramos más de desolación.
No tendré el sabor de los bulevares de París,
ni ese tiempo prendido a sus puentes y a su isla
como el río de cristal que recorre la memoria.
Tampoco me dejará sentarme en las plazas de Florencia,
allí donde los pájaros se adueñan de las mesas
mientras un verano cualquiera se hace fuerte en el alma.
Sólo la suavidad de mis recuerdos me hará padecer menos,
este pergamino será terciopelo o raso de una vida nueva
mientras el rigor de la verdad crece en la llama que arde en mi interior
y tú duermes con las luces nocturnas que nunca te abandonan.
Fotografía de J.A.Melendo
5 comentarios:
Difícil saber aquello que puede ocurrir en las plazas de Florencia pero suele resultar balsámica la suavidad de los recuerdos tanto como la sensibilidad de tus palabras.
Mi enhorabuena por tu blog.
Un saludo.
Un poema encatador, qué suerte poder tener esos suaves recuerdos. Besos Fernando.
Veo que seguimos con el alma y los recuerdos viajando.
Bello poema, Fernando.
Es como si tirases la toalla...y te complacieses sólo con el fulgor de su sombra....lamiéndo-te de "mañanas" que te despiertan cada día.
Aún no ha llegado y ya desestimas la luz de ese amanecer...será...
Olimpia.
quizá nunca pueda resumir el desafío de un amanecer y como me supera en estas noches de nov.
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