La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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domingo, 31 de enero de 2010

Semana de Alfredo Saldaña en Crepusculario




Es domingo...






Hay un juego de vértigo con el café, oscuro y denso, miras dentro de la taza y hace de espejo reflejando una silueta, tu sombra, en ese momento eres de lo negro lo más negro.
Todo lo que podemos encontrar dentro de nosotros debe tener su lado oscuro, yo he aceptado a la sombra de mi mismo como una compañera más y en este momento recojo el gabán de cuero, el sombrero, el foulard y mi viejo violín y como es domingo, un domingo más de invierno, salgo a comprar los periódicos, y sé que voy a escuchar los tambores en el río como una pequeña alerta, y el leve tañido doloroso de los bronces… todos los sonidos del domingo me reconocen y aunque guarde silencio e intente esquivarlos sé que saben como y donde encontrarme…pero estoy tranquilo, quedan sólo doce horas para que sea lunes y el fenómeno, por muy doloroso que sea, se apaciguará, será como esas tormentas de verano de las que te mojan hasta los huesos pero nunca logran acabar contigo.


sábado, 30 de enero de 2010

Se alargarán las palabras tendidas en la noche







Se alargarán las palabras tendidas en la noche

Abiertas, tibias, siendo casi luciérnagas de luz iluminando cada poro de la piel. Ellas, las que saben de la sal y del ámbar dulce y germinado, las que florecen entre los dedos como gotas de almíbar o se hacen de la humedad pequeña de un torrente…Ellas, las que siempre te esperan detrás del miedo cuando cierras los ojos y sientes en la brisa de la noche el cálido deambular del deseo por tu cuerpo o solamente esperas entre las sábanas las hojas fértiles de tu ansia…Ellas, la que todavía tienen esperando entre sus sílabas una página más de tu vida… llegan a ti y se hacen pequeñas, diminutas, casi imperceptibles como las pisadas de las aves en la arena, dejando en tus sentidos la esencia de todos tus sueños, dejando, aún, una luz encendida.








Permiso de armas IX





Las cartas sobre la mesa.
Se abre el juego…
los dos saben que esta vez va a espadas.






viernes, 29 de enero de 2010

El viento trae fragmentos de otros días






El viento trae fragmentos de otros días. El sílice se deshace en rosas, la historia se repite con sus espinas clavadas sin cesar en la piel mientras el aroma se vuelca en mis sentidos. Algunas palabras tienen todo el dolor del mundo y se pronuncian cuando las aves cubren su vuelo entre las nubes blancas. Ahora hay silencio, un largo silencio de hilos y pequeños trazos deshilachados de una urdimbre que conozco, lleva un tiempo deshacer el tiempo. Si fuera Ulises, Penélope no me lo perdonaría, pero ni siquiera sé hacía donde están a estas horas los muelles de carga para ir al Mar Negro y cruzar el Bósforo y los Dardanelos enrolado en un barco mercante con destino a Odessa como todo lo rojo que se expande, como todo lo que todavía resuena en mi memoria.








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