Viene de nuevo este viento que se lleva las palabras
y deja solo aquellas que abren los caminos de la lluvia,
las sendas de la sombra, los pasos de ceniza,
el caer sin perdón en manos de noviembre.
Una hogaza de pan sigue abierta con las migas alrededor,
una mesa alta de madera oscura,
trazada con rugosas muescas de cuchillo.
El hogar en el suelo, el viejo banco,
un lugar cuidado por las manos del tiempo.
Las besanas del corazón abren las hendijas del pasado
y esa luz quema tanto como el fuego de los nuevos sarmientos.
f.
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