Escuché mis pisadas en la grava,
se retorcía el eco en esa mañana de agosto,
como cuando la soledad se acompaña de si misma
y únicamente la altura de los cipreses y algunos pájaros
parecían entender que no eran solo mármol y cenizas,
también era la larga premonición de las raíces,
cuando morir es solo un silencio que dura la eternidad.
f.
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