La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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martes, 31 de octubre de 2017

No sé dónde ha ardido la noche








La lluvia dulce en los parabrisas

Pere Gimferrer


No sé dónde ha ardido la noche,
ni cuándo sentí alargarse la sombra empapando mis huesos.
Escuchaba la música en el coche
mientras la lluvia caía dulcemente sobre el parabrisas
y el océano resolvía la encrucijada del amanecer.
Qué soledad no tiene su hambruna,
un escalofrío de rutas marinas,
la respiración cortada por un beso
y el pálpito cálido de un corazón desbocado junto al silencio.
Casi todas las velas se alzaban al viento y desbordaban al mar.
El horizonte tenía una bala de plata incandescente,
la línea cóncava de mi tristeza con su pródiga luminosidad,
lejana y perdida entre las últimas velas que destellaban,
allí, donde ardía la esperanza.



f.



fotografía de María Holguera






1 comentario:

Recomenzar dijo...

Me has maravillado al amanecer con tu escrito
Abrazo desde Miami

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Con versos en la noche

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