He desatado el corazón de la lluvia
A. Pizarnik
Y muerto en este instante,
casi al galope del viento
y del látigo laborioso de la tormenta.
No hay corazón detrás del corazón,
solo una sombra abierta al abismo,
la que trae el silencio cuando impera
como un quejido ronco
en la herrumbre de los muelles solitarios.
No hay mayor tristeza que ese abandono junto al mar.
f.
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