Tenías azabaches en el pelo
que iluminaban el sendero de la noche.
Tus ojos me pedían beber de la sed
y al respirarte y rozar suavemente tus pechos
percibí el aroma a deserción de tu piel.
f.
fotografía de Jiri Ruzek
La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco
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