No recuerdo cuándo dejé de ser romántico...
aunque sostenga entre mis palabras
el aroma de una flor fragante,
mis sílabas tienen huellas de vertebrado,
los poemas marcados con mis dedos de noche,
la oscuridad entre las piedras
con que mi corazón se golpea.
Nunca sabré dónde enterré al hombre de las rimas,
quizás tenga a mis espaldas
demasiadas voces
nombrando la oscuridad del alba.
f.
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