La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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viernes, 4 de noviembre de 2016

Poema XIV



Era verano.

Septiembre descendía lentamente por el calendario

con la voluptuosidad de sus atardeceres rojos

y en el anfiteatro de Epidauro,

sentados en sus bancales de piedra,

vimos como un hombre dejaba caer unas monedas

desde la altura de sus manos al suelo de su círculo.

Sonaron tintineando a lo largo de todas las escalinatas

y entonces supe claramente

que estaba donde empezaban casi todas las cosas.


f.






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