Se fue el silencio abierto en la luz, derramado en el canto dolorido del amanecer. Llegaron los pájaros, la brisa contuvo el aliento entre los pinos. Solo, junto a mí, respiraba el contorno perfecto de un ángel. Su cuerpo desnudo palpitaba entre mis manos y en mis labios quedaba el sabor de su boca a un vino rojo con aroma de especias. Rosas deshojadas se perdían junto a sus alas, mientras apoyaba en mi pecho su cabeza, durmiendo todavía, en el temblor ardiente de la sombra.
2 comentarios:
Se palpa la ternura y el deslumbramiento de la mirada enamorada. Hermoso y sensual.
Venir a esta casa es, siempre, garantía de leer lo mejor. Abrazos.
Publicar un comentario