Conozco el nombre, conozco la canción, la radio me trae el lado amable de la noche, se hace densa pero desgarra con suavidad los minutos, las horas en que mi insomnio se apodera del resto de las cosas y me enciende las urgencias en el humo casi invisible del tabaco y en esa brisa oscura y húmeda que me deja hasta el amanecer un domingo de abril.
Sonará con la luz el quebrado tintineo del bronce, la línea azul será un señuelo entre el bosque de cerros y de nubes, mis ojos no dejarán, cansados, de admirar la luna despierta y difusa en los maitines y algún perro, vencido en su soledad, traerá cerca la realidad del amanecer con su quejido de animal anhelando una caricia de sus dormidos amos.
Escucharé los pájaros, con su bullicio se levantará de verdad el día, entonces será la hora de partir hacia dentro de mí…un viaje con el suave dolor de la verdad y el color integrado a todas las cosas de la melancolía.
Escucharé los pájaros, con su bullicio se levantará de verdad el día, entonces será la hora de partir hacia dentro de mí…un viaje con el suave dolor de la verdad y el color integrado a todas las cosas de la melancolía.
F
6 comentarios:
¿Tienes algún libro en prosa? Si no es así,deberías... ;-)
Me parece que "tocas todos los palos" finamente,Fernando
Lo que te leo en prosa me gusta tanto o más que tus poemas.En fin, me pondrías en un aprieto si tuviera que decidirme...
De todos modos,fantástico...
Un abrazo.
Hermoso amanecer de un hondo insomne...
o de un empedernido madrugador tras una noche poética festiva.
Abrazos.
Hermoso amanecer de un hondo insomne...
o de un empedernido madrugador tras una noche poética festiva.
Abrazos.
Conocer el nombre ya es una información interesante, al menos sabemos cómo llamarlo.
Después la melancolía es la amiga sombría de siempre, la que viaja a nuestro lado, por dentro o por fuera con el nombre que querramos darle.
Besos.
Dar nombre a ese dolor es el paso más duro,después llega el caminar con los fantasmas. No dejes pasar lo que puede que ese dolor no te deje ver en el camino.
La melanconlía tiene color y sabor. Un regusto dulce y pegajoso que se adhiere a la piel como un guante.
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