Nada puede sembrarse en una herida
Félix Grande
Remota, todavía acompasada al llanto, una lágrima tiene de la sal su esfera diminuta, el portento del mar, el azul profundo e invisible del océano. Tiene la luz, el flujo preciso que la hace indivisible, y es fugaz e inesperada como una gota de lluvia enfrente de un desierto.
Puede sembrarse una herida de lágrimas, añadir al dolor la herrumbre y un manifiesto de devoción por el invierno. Hay demasiadas preguntas que se lleva el silencio resguardado en la noche, demasiadas estelas abiertas en el quicio del amanecer. Todo lo que tengo se deshace, se vuelve género y número humano, se convierte en lo cotidiano o se deja llevar para siempre por el sonido de un viejo violín…Ahora, aquí, cuando marzo se pronuncia entre las nubes y suena sin parar el retumbar de los tambores en el río, este lugar es todavía un resguardado rincón donde habitan los inviernos del hemisferio Norte.
Félix Grande
Remota, todavía acompasada al llanto, una lágrima tiene de la sal su esfera diminuta, el portento del mar, el azul profundo e invisible del océano. Tiene la luz, el flujo preciso que la hace indivisible, y es fugaz e inesperada como una gota de lluvia enfrente de un desierto.
Puede sembrarse una herida de lágrimas, añadir al dolor la herrumbre y un manifiesto de devoción por el invierno. Hay demasiadas preguntas que se lleva el silencio resguardado en la noche, demasiadas estelas abiertas en el quicio del amanecer. Todo lo que tengo se deshace, se vuelve género y número humano, se convierte en lo cotidiano o se deja llevar para siempre por el sonido de un viejo violín…Ahora, aquí, cuando marzo se pronuncia entre las nubes y suena sin parar el retumbar de los tambores en el río, este lugar es todavía un resguardado rincón donde habitan los inviernos del hemisferio Norte.
5 comentarios:
No estoy muy de acuedo con Félix Grande, la verdad. Y este poema creo que tampoco...
Vous savais...
Aún recuerdo cómo se las gastaba Noviembre, y el rencor ya no es rencor si no hay herida. Me gustan los rincones a buen recaudo, donde apenas hace frío a fuerza de tanto invierno. Y tú me da que los conoces. Claro que los conoces.
Un beso sin desierto
No quiero más futuro,
que el raro privilegio de tus besos,
que la lluvia de tus labios sobre mi carne,
que tu arañazo inconsciente
desgarrando mi espalda...
Quizás las mismas lágrimas sean ya de por sí una gran herida.
Sembrar siempre es posible.
Lo que cosechemos es ya otra cosa.
Abrazps.
día de la poesía hoy...
felicidades, POETA
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