La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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miércoles, 3 de marzo de 2010

No tuvo mi espalda







No tuvo mi espalda el rencor del amanecer,
tal vez fuiste el regalo de una noche,
la que trajo el río envuelta en el invierno
y el afán consumado de dos cuerpos.
Tibia, te deslizaste dentro de mi cuarto.
En el rescoldo del vino ardiste en mis manos,
suave, consumada en la honda
y en la cóncava huida de la flecha
dejaste la luz derramándose entre las sábanas...
Tal vez en tu espalda sí quedaron los restos de mi sombra,
una huella abierta como un pétalo de rosa.



SupertrampAubade And I Am Not Like Other Birds Of Prey



4 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Muy bonito Fernando. Es un poema adecuado para leer una de esas mañanas en que despiertas con el sabor de labios equivocado...

Mónica dijo...

Luz y huellas que ya son parte... nos pertenecen...

Un beso

MaLena Ezcurra dijo...

Hay marcas indelebles sobre todo las que quedan tatuadas en el arco de la espalda.


Un placer saborear tus letras.


Beso va.

Arya dijo...

... no tuvo mi espalda la suerte de su amanecer... igual se quedo con la sonrisa : )

Besos,

Programa Electroletras

Con versos en la noche

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