Escribo en el infinito, allí donde los héroes han dejado su cosecha de astros luminosos y sus nombres de silencio. He de recorrer un largo trecho de este espacio vacío, la sombra tiene hambre de años y consume mi cuerpo con una devoción enfermiza. Otras veces escribo sobre la luz que penetra la fronda de los árboles en un bosque, sobre el derruido relincho de los caballos, sobre el llanto de madrugada que tienen los olivos, sobre mi cuerpo esperando la lluvia...no sé, quizás el deseo de supervivencia me siga dando billetes para ir tan lejos como me den mis fuerzas o sienta el mismo impulso del águila para acercarme, no tanto a la cúspide de las nubes, sino como ella, a intentar, desde la soledad del viajero, ver el mundo.
TAL VEZ...
Hace 5 horas
5 comentarios:
Como la mirada del águila, es estremecedora la sinceridad con la que expones la firmeza de tu escritura.
Un beso.
Laura
Dicen que querer es poder, puede que sea verdad, al menos hay que intentarlo.
Un beso, Fernando.
Besos con olor a hojarasca.
Los acercamientos desde el infinito en que se escribe son como los viajes a Ítaca de Kavafis.
No hay otro modo más hondo de ver el mundo y su luz para hablar de ello.
Abrazos.
Qué delicia de poema Fernando. Da igual desde donde escribas porque el instinto de poeta te acompaña.
Otro abrazo.
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