Nada que exprima la palabra habrá cruzado el Rubicón antes de que la alondra, el pájaro silvestre que se recrea en el dormido manto del campo en la mañana, en esa hora fecunda de intervalos y pérdidas en la que todo empieza a tomar el sentido del ritmo y la materia, cruce su voz en el cielo, deje su canto florecido de suspense y enarbole, con los pocos gramos de sutileza de su cuerpo, el cauce por donde la luz sabrá sujetar al mundo.
Entonces lo agreste y mortuorio, lo frío y oscuro, el silencio orgánico de la sombra, dejarán en lo extenuado de tus ojos el brillo resurgente de una llamada, la garante y pretérita, el hilo rojo de toda emoción, el ovillo que trae desde los lejanos montes a resguardo de la hondura y del vacío que esconde toda sílaba, toda caricia blanca, todo viaje extendido a los sembrados atardeceres y al fuego sin descanso del sarmiento, como gotas de dorado ámbar y cuentas de cristal de Murano, todas y cada una de las letras que darán con lo más delicado de un poema…el nacimiento de un endecasílabo, el dolor de un verso libre, la ungida medida del ritmo, la proporción que recrea un universo de melodías en el que el poeta, cualquier hombre sin género, trae desde la noche la onza que ha de dirimir el peso y la medida del tiempo.
Entonces lo agreste y mortuorio, lo frío y oscuro, el silencio orgánico de la sombra, dejarán en lo extenuado de tus ojos el brillo resurgente de una llamada, la garante y pretérita, el hilo rojo de toda emoción, el ovillo que trae desde los lejanos montes a resguardo de la hondura y del vacío que esconde toda sílaba, toda caricia blanca, todo viaje extendido a los sembrados atardeceres y al fuego sin descanso del sarmiento, como gotas de dorado ámbar y cuentas de cristal de Murano, todas y cada una de las letras que darán con lo más delicado de un poema…el nacimiento de un endecasílabo, el dolor de un verso libre, la ungida medida del ritmo, la proporción que recrea un universo de melodías en el que el poeta, cualquier hombre sin género, trae desde la noche la onza que ha de dirimir el peso y la medida del tiempo.
5 comentarios:
Las palabras van siempre detrás de los hechos.
Y a los hechos deberá remitirse la palabra, ataviada adecuadamente para la ocasión.
Abrazos.
La palabra tiene el valor del tiempo que queda en nuestra memoria. La lengua nos ha permitido construir frases sabias, profundas y deliciosas como el fragmento que has escrito.
besos pecaminosos llenos de admiracion
Una reflexion muy interesante y clara. Es un placer leerte con el detenimiento de esta tarde que no termina de pasar.
Un abrazo Fernando y repito es un placer volver a visitar tus espacios.
Maya
"El silencio organico de la sombra"... contundente, hombre que escribes.
Que delicia leerte.. : )
Saludos!
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