Levanta la sombra su mano de fuego.
Entre tú y yo se redime la espera,
el fluido bosque,
el ir y venir de los pájaros,
la argucia de cada sílaba que forma nuestros nombres.
El silencio se arma de valor con su tenso hilo de plata
erguido sobre la lentitud de una mirada.
Alza la lluvia las nubes en el cielo,
bendice la savia,
trae con su redonda humedad
la ausencia o el recuerdo.
El desván de tus ojos es amplio,
el de mis labios todavía conserva el calor de la huida.
Entre tú y yo se redime la espera,
el fluido bosque,
el ir y venir de los pájaros,
la argucia de cada sílaba que forma nuestros nombres.
El silencio se arma de valor con su tenso hilo de plata
erguido sobre la lentitud de una mirada.
Alza la lluvia las nubes en el cielo,
bendice la savia,
trae con su redonda humedad
la ausencia o el recuerdo.
El desván de tus ojos es amplio,
el de mis labios todavía conserva el calor de la huida.
F
5 comentarios:
se levanta la sombra y se redime la espera, esa espera gris y en penumbra...
amanece de nuevo y con él el resurgir, el renacer donde todo vuelve a tener color y vida...
donde una mirada puede ser el amor, la ternura o el regazo que nos acoge
es como un canto de resurrección después de haber librado la noche... podría ser la continuación de "Entre las cenizas..."
Denso Fernando... y con hondura
besos
Con los dos últimos versos arropas todo el poema y le das profundidad.
Estupendo.
Laura
Lentitud fecunda de la mirada.
Tanta amplitud.
Tanta huella.
Un abrazo.
Cuánto dura un beso, cuánto más el recuerdo..
beso tus letras, monique.
En la última esquina del desván de los ojos, siempre encuentra uno un rayito de sol.
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