La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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domingo, 31 de enero de 2010

Es domingo...






Hay un juego de vértigo con el café, oscuro y denso, miras dentro de la taza y hace de espejo reflejando una silueta, tu sombra, en ese momento eres de lo negro lo más negro.
Todo lo que podemos encontrar dentro de nosotros debe tener su lado oscuro, yo he aceptado a la sombra de mi mismo como una compañera más y en este momento recojo el gabán de cuero, el sombrero, el foulard y mi viejo violín y como es domingo, un domingo más de invierno, salgo a comprar los periódicos, y sé que voy a escuchar los tambores en el río como una pequeña alerta, y el leve tañido doloroso de los bronces… todos los sonidos del domingo me reconocen y aunque guarde silencio e intente esquivarlos sé que saben como y donde encontrarme…pero estoy tranquilo, quedan sólo doce horas para que sea lunes y el fenómeno, por muy doloroso que sea, se apaciguará, será como esas tormentas de verano de las que te mojan hasta los huesos pero nunca logran acabar contigo.


3 comentarios:

Amelia Díaz dijo...

Uffff...
Menuda manera de estremecer...pero, claro, es domingo.

Qué gusto haber encontrado este blog.

Saludos desde mi mar.

Amelia

Laura Gómez Recas dijo...

Esquivar los sonidos del domingo... ¡qué bien, Fernando! Brotó la lírica, de repente...

Besos.
Laura

Olga Bernad dijo...

Domingo e invierno.
Dos cosas terribles. A mí, el ruido de los tambores me recuerda que queda poco, ellos ya están ensayando. Piensa en noviembre y todos esos días cortos por delante. Empezamos a ver la luz.
Quisiera una tormenta de verano.

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