Me descubro en la ira roja de la sangre.
Palpito una y otra vez en la desnuda soledad
que me respira entre todas las palabras,
dulce como de leche tengo de ellas el calor,
aunque se resiente mi corazón y mi piel
cuando sin saber como se hacen lágrimas
o deseo invertebrado encima de una cama.
Me vence el calido otoño donde naufrago siempre,
perdido en la ausencia o en la oscuridad
soy vespertino o suicida del alba,
y me reviento moribundo o soñador.
Arquero de un cielo sin límites,
me derriban el relámpago y la lluvia,
me hago cíclope marino en la reyerta,
lucho por una razón que no me deshaga la vida.
Luego, después, solo, como ebrio de ella o de la noche,
azul entre las flores o en el sabor preciso del alcohol,
siento estremecido el devenir del tiempo,
el frío que deja su caricia cuando se va cruzando la calle,
y sin mirar atrás me sostiene en la veleta
de un viento de tormenta y de silencio.
F
8 comentarios:
Esa razón bien podían ser tus palabras, y lo que no las inspiró. Te felicito por el poema. Un saludo
Que bello es leerte...o escucharte como yo lo digo...me llenas de una extraña sensacion de soledad y compania. Tù me acompañas con Satiè de fondo y la sola idea de saberte... Un beso..."Mujer rebelde".
Hola qué tal? estuve viendo algunas cosas en tu blog. Trabajo con posicionamiendo web y tengo una propuesta de publicidad : 50 euros cada mes por incertar pequeños links de nuestros anunciantes. Son 50 euros mensuales para cada blog que se registre con nosotros.
Saludos -comunicate-
Armas e ira inocuas y bellas como estas son las que nos liberan
Abrazos.
La foto es intensa, pero más intensas son tus palabras llenas de caricias al lenguaje...
besos, Monique.
Profundas, apasionadas y luctuosas palabras sobre realidades cotidianas o no.
Saludos.
Paula
Solo el sabio puede verse...
Aplaudo tu delicada filosofada.
Un abrazo.
Sinceridad extrema en esta reflexión. ¡Ojalá, hubiera muchísimos más arqueros de un cielo sin límites!
Un abrazo,
Laura
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